viernes, 4 de julio de 2014

Sálveme quien pueda.

Y si me vas a besar... bésame bien. Con ganas. Con ansia... Con sed. Como si fuese agua en medio del desierto.
Pero cierra los ojos, y que al hacerlo se te olvide el mundo. Que no recuerdes ni tu nombre y pierdas la noción del tiempo. Ciérralos... como cuando estás en las alturas, disfrutando del viento que te acaricia el pelo y te sopla en el cuello.

Si me vas a besar que no sea solo con los labios, hazlo con los ojos, con las manos... Hasta que pierdas el control.

Si me vas a besar...Sálvese quien pueda.

Si me vas a besar... que sea sin juegos. Sin peros. Sin "quiero pero no puedo".

Así que mejor no lo hagas... que a lo bueno uno se acostumbra, y a nadie le gusta echar de menos un beso... no?



sábado, 10 de mayo de 2014

El escondite.

Estaba harta de jugar al escondite. Mas que nada por que siempre me tocaba contar a mi.
Emocionada, contaba las horas para verte, mientras tu te escondías, a conciencia. Como siempre haces.

Era tu juego. Te convertiste en un profesional del escondite...o en un profesional de los tramposos, mas bien.
Me hacías trampa. Y lo hacías con ganas. Con la sonrisa en la cara como todas aquellas otras cosas que te encantan.

 Pero... ¿Qué sentido tiene jugar así? Ninguno para mí.
Cambiaste tanto las normas a tu gusto que dejamos de jugar a lo mismo. Cada uno por su lado.
Y llegó ese momento, donde ya ni siquiera había juego. No había nada.

Con el tiempo me di cuenta, supongo...De que el juego era tan solo una excusa que utilizabas para alejarte cada vez más de mi. Y aunque me costó mucho, decidí darte lo que tanto querías.

Jugar por última vez. 

Tu contabas, y yo me escondía. 

No importaba si hacías trampa echando un vistazo entre los dedos. Te dí ventaja. 

Se que prometí hacerlo bien, pero tenía miedo que no vinieses a buscarme... Y no lo hiciste. 

Tu estrategia era esperar a que yo saliera de mi pequeño rincón. Pero me dormí. 
Me cansé de esperar que vinieses a por mí.

Dejé de contar, dejé de buscar... dejé de jugar.

lunes, 5 de mayo de 2014

Como el perro y el gato.

A veces las cosas no tienen sentido. Y a veces las personas tampoco. Ni tú, ni yo, ni el resto.

Os pasáis el día como el perro y el gato, en lucha constante por ver quien aguanta más la batalla de silencio. Hasta que uno de los dos cae; normalmente tú... Llegas con los brazos extendidos en busca de caricias hacia él...pero se mantiene firme y frío. Vuelves a tu rinconcito, arrastrando rabia y con el orgullo herido, y planeas la revancha... venganza de sentimientos, ataque rencor y coges cualquier arma a tu alcance...
Y la usas.
Vaya que si la usas... La desgastas.
Y ahora es él quien viene a acurrucarse... con la boca llena de halagos, pero tú no caes. Porque ya te conoces la historia. Tanta palabrería te nubla la mente. Es mejor no escuchar.
Al final del día ya no se sabe quien es el gato y quien el perro. Quien dijo qué y porqué lo hizo. Si hiciste mal se te olvidó pedir perdón y si hiciste bien solo parecía interés.
Al final del día la confianza ya no está, y el silencio es lo único que se oye. Os evitáis el uno al otro mientras una voz en vuestra cabeza os grita lo contrario. Pero tú tienes que aguantar, porque tienes que ser el fuerte. "Que venga si quiere" piensas...

Y así señoras y señores, es como se joden las cosas sin sentido. Las buenas cosas sin sentido.

miércoles, 16 de abril de 2014

Me fui.

Hice la maleta y metí los besos que me diste, las rosas de papel y las notitas en las que me pedías perdón. Guardé las sonrisas, las miradas y las caricias. Aún había sitio para todos esos besos que no nos dimos. Para aquellos planes que nunca llevamos a cabo, para aquellas promesas que no se cumplieron. Había sitio para los sentimientos que no tuviste. Quedaba sitio para ti en cada rincón de la maleta.

Preferí no llevarme los malos recuerdos, ya de poco me servían. En los bolsillos no me cabían las lágrimas, ni las noches en vela. No tenía sitio ni para guardar los silencios incómodos ni los malos ratos.

Pero cogí la maleta, y pesaba demasiado. No se si era por lo que había dentro, o por lo que no había. Me escocían las yemas de los dedos y me ardía la piel. Notaba el picor subiendo por mi brazo mientras me temblaban las manos...

Así que me fui.

Dejé la maleta en el rincón más oscuro de la habitación, y sin volver la vista atrás cerré la puerta tras de mi. Eché el cerrojo y tiré la llave en la primera papelera que vi. Sin ni siquiera una vista atrás. Sin escuchar las voces que me llamaban desde aquel rincón oscuro.

Simplemente me fui con lo puesto.


domingo, 30 de marzo de 2014

Nunca digas nunca

Se me olvidó olvidarte. Tanto esfuerzo para nada. En medio de tanta amnesia fingida me relajé. Me venció el cansancio y la rutina. Y vuelves con tus "nunca digas nunca" a perturbar mis noches.

Se me junta el insomnio con los sueños. Sueño...despierta. La mirada perdida en la oscuridad y el corazón en la mano. Imaginando cosas que jamás sucederán; imágenes tan claras en  mi mente como las que veo con mis propios ojos, como una película muda. Y da igual si estoy despierta o dormida, el protagonista siempre eres tú.

A veces te invento; igual que se inventa una vida perfecta si te tocase la lotería, igual que se inventan las historias de miedo en las noches de tormenta, igual que se inventan los cuentos donde todos viven felices y comen perdices.

Majaderías de una loca que anda suelta, vagando por los rincones oscuros de mi propia cabeza. Peleando contra el reflejo de mis propios miedos, en una lucha que parece no terminar nunca. Como si no supiese hacer algo diferente. Mis majaderías.


viernes, 28 de marzo de 2014

Directo a las venas.

  
Vas directo a las venas, como el azúcar pero en salado. De sabor más bien amargo, como el limón que me quita el hipo, ácido...agrio. Necesario al fin y al cabo. Y cuanto más amargo, más escuece. Como las heridas en las palmas de mis manos: consecuencia de las caídas por correr demasiado.

Alguien dijo una vez que las prisas no son buenas, y no se equivocaba.

Es solo que a veces me aburre ver mi vida a cámara lenta, mientras el resto no hace más que acelerar. Y por más que intento controlar mi ritmo, siempre hay algo en el camino que me bloquea el paso. No puedo ir hacia delante, pero tampoco hacia atrás. Y me quedo estancada entre dos fronteras, igual que el agua sucia de un charco: aquello de lo que huyo y aquello que deseo. Pero no puedo alcanzar ninguna porque mis pies están enterrados en el fango. Igual que las raíces de un árbol, hundiéndose cada vez más centímetro a centímetro. Hundiéndose bajo el peso de las cosas que se me quedaron en el bolsillo.

Existe una fina línea entre lo que uno quiere y lo que uno necesita, y a veces nos cuesta distinguir cuando son dos cosas diferentes. Como en los besos que me dabas, que ya no se si es el antojo del momento o que los echaba de menos. No sabían igual... Pero tenían algo. Algo que me hacía querer más, algo que me encantaba. Y no quiero echarlos de menos. Ni a ti. Ni sentirme confundida, ni preocupada, ni celosa, ni triste. Ni sola aun cuando duermo acompañada. Pero tú no entiendes a razones. Eres como la droga, directo a las venas.

                                     

martes, 25 de marzo de 2014

Medias tintas.

Querer a medias no es querer. Es lo que más duele.
Conseguir lo que quieres y darte cuenta de que aun falta algo.

Como ese beso seco que a penas te roza los labios y te deja con ganas de más. Como un sorbo de agua en una botella casi vacía, que te moja la boca pero te deja más sedienta que antes. Sed. Sed de los besos que no cogiste. Besos de esos que se me quedaban colgando en los labios cuando te ibas. Sed que no me deja dormir.

Quizás solo sea mi cabeza, cansada de ganar con las manos vacías y perder con las manos llenas. Y es que lo bueno, rápido se echa de menos. Quizás solo sea mi cabeza, que cansada de no tener nada, lo quiere todo, y cualquier otra cosa me sabe a poco.Impaciente. Expectante de algo más que palabras que se quedan por el camino. Cansada de que me llamen loca cuando digo que se me quedaron besos en el bolsillo.

Y es en esas noches largas cuando el insomnio viene a mi cama a decirme que me quiere cuando más odio el hueco que guardaba para ti.

Pero no estoy loca. No esta vez.
Tú eres la veleta, el timón sin rumbo. Girando y girando igual que la aguja de una brújula, sin saber donde están Norte o Sur.
No soy yo quien ve fantasmas ni inventa historias. Tú eres el de los cuentos que quitan el sueño. Cuentos de los que nadie quiere oír el final porque no acaban como uno quiere, si es que lo hacen...
Y yo... yo soy la ingenua que se queda esperando a que vuelva aquello que tanto deseo y que he perdido...

Pero tú no vuelves.

Que si no me quieres me lo invento, igual que me invento mi suerte. Igual que imagino media vida cuando la realidad se me queda corta. Y si me prohíbes darte un beso porque piensas que te sobran, yo ya no los quiero, que en el bolsillo se me acumulan y se me atascan en la comisura de los labios cuando hablamos. Se los daré al viento, por si alguien los quiere.

Porque tu palabra vale lo mismo que una colilla en el suelo. Lo mismo que el barro que se te pega en los zapatos cuando llueve. Menos que los restos de gasolina que brillan en la carretera cuando hace calor. Menos que el humo de un cigarro al apagarse.

Y es que simplemente estoy cansada de recibir... a medias.


martes, 11 de febrero de 2014

Déjà vu.

Otra vez ese sentimiento. Esa extraña sensacion de "déjà vu" en el que se me escapan las cosas sin poder hacer nada por evitarlo. Como cuando intentas coger el agua con los dedos, o entre tus manos, pero siempre se te escapa... Como cuando sacas la mano por la ventanilla del coche intentando atrapar el aire y solo consigues que tu mano se congele.

Otra vez esa duda de no saber si tengo razón, o estoy tan loca como todo el mundo piensa. De si es la misma historia de siempre repitiendose, o realmente esta vez ha cambiado algo, aunque ahora no sea capaz de verlo.

Duda de si soy yo la raíz del problema... O soy la solución. Si la hay... De si lo estoy haciendo bien, o estoy repitiendo mis propios errores una y otra vez. Dando vueltas sobre el mismo camino que vengo pisando, perdida.

No hay pensamientos seguros.Nada que me haga sentirme a salvo...

martes, 28 de enero de 2014

La única salida.

Voy cavando hondo y poco a poco voy haciéndome hueco. Con una cuchara como único instrumento, cada centímetro de tierra que avanzo convierte el pasadizo en algo más agotador y asfixiante.
Cavo como si mi vida estuviese en juego, escapando de una prisión. Mi propia cárcel. Solo mía.

Oscura, fría, solitaria y silenciosa... Excepto por las voces lejanas de aquellos locos que gritan cuando les abandona la cordura. Gritos sin sentido que no dicen nada, y que lo dicen todo.

Una celda sin rejas. Cuatro paredes de piedra dura y fría donde marcar los días de tortura.

Y aunque a veces me falte oxígeno, es la única salida. Si es que lo es... Si realmente lleva a algún sitio... A veces es un túnel, a veces un laberinto.

Es irónico como siendo libre puede uno sentirse encerrado, y como compartiendo barrotes puede uno sentirse libre.

Mientras tanto seguiré arañando y quitando arena, con las uñas si es necesario, esperando a que el túnel termine por fin... o se derrumbe conmigo dentro. Seguiré cavando y buscando el aire limpio, que me devuelva el aliento, o me lo quite.

lunes, 27 de enero de 2014

Me cansé.

No tenía nombre. Ni voz, ni color de piel. No tenía físico. No tenía el pelo rubio, ni moreno. Ni tenía los ojos claros u oscuros. No tenía olor, ni tampoco manías. Pero estaba ahí.

Era ese tipo de persona que sabe qué decir y qué hacer para conseguir lo que quiere. Que sabe como piensas, y no tiene problemas para usarlo en tu contra. Ese tipo de persona que sabe que te hace daño, que sabe que no es tu media naranja, pero deja que lo creas. Ese tipo de persona que no aporta nada real a cambio de todo lo que obtiene. Que cambia de opinión de un día para otro, que prefiere el silencio a dar explicaciones.

En conjunto: el tipo de persona que no quieres cerca. La que intentas evitar.

Y eso me hace preguntarme, ¿Qué hacía yo mientras tanto?

Yo era la presa, la débil, la ciega. O a veces simplemente no quería verlo. Yo era la que se conformaba con las migajas, la que se engañaba... y todo por un poco de...¿De qué?

A veces fue de verdad. Para mí lo fue. Pero... si solo lo fue para mí... ¿Significa que no fue real?

Ya ni me acuerdo cuando fue la última vez que mereció la pena. Y si lo recuerdo, no quiero acordarme.

ME CANSÉ. Me cansé de ese tipo de personas, y de los recuerdos. Me cansé de lo que no me aporta nada. Y sobre todo, me cansé del miedo.

Miedo. Eso es lo que es. Miedo a repetir los errores de siempre. A a ser la presa otra vez. A ser la ciega.

Hoy empiezo desde 0 otra vez. Si merece o no la pena... no lo se.





miércoles, 22 de enero de 2014

¿Y si gano?

Al principio solo era miedo. Miedo que se volvió intriga, deseo, imaginación, aventura, ganas, y por último: un reto. Un tiovivo de sensaciones, dignas de una ruleta de casino. El mejor sitio donde apostarme todos los besos al número 30. Si pierdo, me arruino.

Si gano...

Si gano dejo de mendigar esas 4 caricias y media que tanto me costaba conseguir. Si gano dejo la máscara en casa, y me pongo la sonrisa. Pero no la falsa, no. La otra; la bonita, la de verdad, la que no se quita hasta que me la borran. Si gano se acabaron los monstruos debajo de la cama y los fantasmas del pasado. Esos que se esconden tras la puerta, susurrándome malas intenciones, recordándome los malos momentos... volviéndome loca.

Si gano...se acaba el miedo.

Si gano.

Pero...¿Que haría yo con tanto beso?

¿Dosificarlos?
Como si de morfina se tratase, drogándome cada a día hasta que se acabasen...
¿Arriesgarme a volverme adicta y que de repente se esfume la suerte?

O...

¿Debería gastarlos?
Comprarme las sábanas más blancas, el perfume más dulce y la piel más suave. Las caricias más frágiles y la sonrisa más bonita...

Y es en este punto, sin querer, cuando vuelve el miedo, arrastrándose... como una sombra, sigiloso y al acecho. Y yo soy la presa. Me invade el pánico y se me olvida el premio. Se me nublan las ideas y se me escurren los planes entre los dedos, como si fuesen agua. Como se disuelve el humo de un cigarro...

miércoles, 15 de enero de 2014

Sapos.

Ni tu eras un príncipe ni yo una princesa, aquello estaba claro. Los dos disfrazados de buena cuna, de valores y conducta impecable. Tú eras el sapo y yo la rana, aunque ninguno lo sabía... No quedaron ni las coronas, ni los modales; por no quedar no quedó ni el respeto. Y lo que hubo un día, simplemente...

Se secó. Igual que un charco.

Y charcos hice muchos...de lágrimas en la almohada. Lo que tuvo que aguantar la pobre, qué maltrato. Mi única compañera cuando tú ya no estabas, y digo Tú, por decir algo. Por personalizar, aunque en realidad sois muchos.

Muchos sapos. Babosos, escurridizos y ruidosos.

Y yo, sin querer y con las prisas, me olvidé la corona en el camino...

Pero...

¿Quién dice que una rana no puede llevar corona?

domingo, 5 de enero de 2014

Ya son mas de las 12

A veces sueño...

Sueño con besos y caricias que no existen. Desconocidos que deseo cuando el mundo calla y los relojes paran, cuando todos duermen y yo aun estoy despierta, o al revés, qué más da...

A veces sueño, y otras pienso que esto no es para mi. Que los juegos de palabrería me quedan grandes.  Pero sigo en el camino, quizás acabe en algún sitio interesante... Quizás no acabe.

A veces sueño que por primera vez soy yo la que juega con el resto del mundo y no el mundo conmigo. Tarde o temprano siempre acabo despertando. A veces es tan corto el momento que ni saborearlo puedo. Otras ni siquiera lo recuerdo al abrir los ojos, aunque perdure esa sensación de haber olvidado algo importante, algo que querías recordar.

Vuelven a dar las 12 y otro sueño se acerca, nunca se repite, pero siempre tiene el mismo fondo. Busco y echo de menos cosas que no tengo, e imagino imposibles que no llegarán... ¿O si?

Quiero lo cálido y fesco, lo suave, lo tranquilo, lo agradable... Quiero el deseo, los susurros y los escalofrios. Quiero la piel de gallina, los pelos de punta y el perfume en mi piel. El recuerdo del sabor y el tacto. El beso de los besos.

Pero quiero lo real.

Y aunque a veces sueño... Solo son eso, sueños.