Crees que no entiendo tus miedos, pero yo también los tuve. Piensas que no sé como te sientes solo porque mi elección es distinta a la tuya. Porque yo acepto lo que siento, y no gasto mis fuerzas evitando obtener lo que quiero. Huyendo.
Con el tiempo te das cuenta de lo importante que es aprovechar cada minuto que puedas en ser feliz. Coleccionar aquellas cosas, pequeñas o grandes, que te saquen una sonrisa cuando más lo necesitas, porque son esas cosas las que te hacen más fácil el día a día, el levantarte contento un lunes o el irte a la cama sin pesadillas.
Pero a veces la gente se empeña en no ser feliz. Desperdiciando sus mejores años. Unos simplemente no saben como encontrar sus pensamientos alegres y guardar esos tesoros, y otros no entienden el verdadero valor de ciertos momentos hasta que ya no pueden recuperarlos.
En ocasiones hay que tener el coraje de perseguir lo que se desea. Es muy fácil y cómodo sentarse a esperar que la vida nos sorprenda y nos llene de regalos de un día para otro, pero sin el esfuerzo no se consigue ni se mantiene nada. A veces no basta sólo con querer las cosas, hay que luchar por ellas.
Todo es cuestión de perspectiva, y a veces es necesario cambiarla para deshacerse de esos monstruos que te atormentan por las noches y no te dejan pegar ojo.
Y quiero decirte que te entiendo, que es normal. Que te lo tomes con calma y trates de disfrutar sin que el miedo te gane tantas batallas.
Que yo solo quiero que tus monstruos entiendan a los míos. Pero a veces, con querer, no basta...
