sábado, 10 de mayo de 2014

El escondite.

Estaba harta de jugar al escondite. Mas que nada por que siempre me tocaba contar a mi.
Emocionada, contaba las horas para verte, mientras tu te escondías, a conciencia. Como siempre haces.

Era tu juego. Te convertiste en un profesional del escondite...o en un profesional de los tramposos, mas bien.
Me hacías trampa. Y lo hacías con ganas. Con la sonrisa en la cara como todas aquellas otras cosas que te encantan.

 Pero... ¿Qué sentido tiene jugar así? Ninguno para mí.
Cambiaste tanto las normas a tu gusto que dejamos de jugar a lo mismo. Cada uno por su lado.
Y llegó ese momento, donde ya ni siquiera había juego. No había nada.

Con el tiempo me di cuenta, supongo...De que el juego era tan solo una excusa que utilizabas para alejarte cada vez más de mi. Y aunque me costó mucho, decidí darte lo que tanto querías.

Jugar por última vez. 

Tu contabas, y yo me escondía. 

No importaba si hacías trampa echando un vistazo entre los dedos. Te dí ventaja. 

Se que prometí hacerlo bien, pero tenía miedo que no vinieses a buscarme... Y no lo hiciste. 

Tu estrategia era esperar a que yo saliera de mi pequeño rincón. Pero me dormí. 
Me cansé de esperar que vinieses a por mí.

Dejé de contar, dejé de buscar... dejé de jugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario