No tenía nombre. Ni voz, ni color de piel. No tenía físico. No tenía el pelo rubio, ni moreno. Ni tenía los ojos claros u oscuros. No tenía olor, ni tampoco manías. Pero estaba ahí.
Era ese tipo de persona que sabe qué decir y qué hacer para conseguir lo que quiere. Que sabe como piensas, y no tiene problemas para usarlo en tu contra. Ese tipo de persona que sabe que te hace daño, que sabe que no es tu media naranja, pero deja que lo creas. Ese tipo de persona que no aporta nada real a cambio de todo lo que obtiene. Que cambia de opinión de un día para otro, que prefiere el silencio a dar explicaciones.
En conjunto: el tipo de persona que no quieres cerca. La que intentas evitar.
Y eso me hace preguntarme, ¿Qué hacía yo mientras tanto?
Yo era la presa, la débil, la ciega. O a veces simplemente no quería verlo. Yo era la que se conformaba con las migajas, la que se engañaba... y todo por un poco de...¿De qué?
A veces fue de verdad. Para mí lo fue. Pero... si solo lo fue para mí... ¿Significa que no fue real?
Ya ni me acuerdo cuando fue la última vez que mereció la pena. Y si lo recuerdo, no quiero acordarme.
ME CANSÉ. Me cansé de ese tipo de personas, y de los recuerdos. Me cansé de lo que no me aporta nada. Y sobre todo, me cansé del miedo.
Miedo. Eso es lo que es. Miedo a repetir los errores de siempre. A a ser la presa otra vez. A ser la ciega.
Hoy empiezo desde 0 otra vez. Si merece o no la pena... no lo se.