Me voy a la cama pensando qué ha sido de nosotros y en qué momento decidimos ser dos desconocidos otra vez. No dejo de pensar que hoy ni te acuerdas de mi nombre. Y sin embargo yo no puedo evitar recordarlo todo, cada segundo y cada beso. Cada susurro al oído.
El enfado, la rabia y el sentimiento de impotencia con cada vez mayores, sabiendo que no hay nada que yo pueda hacer por cambiar la situación. Me enfado contigo, y conmigo...
Se me clavan tus indiferencias como puñales y me quema cada palabra que no dices.
Me encantaría decir que pierdo las ganas de ti, pero estaría mintiendo.
Quizás mañana...