A veces me pregunto cómo sería mi vida ahora si hubiese tomado una elección distinta en el pasado. Si en esos momentos en los que tomé una decisión importante, hubiese elegido exactamente lo contrario. Hay ciertos momentos en la vida que son decisivos en tu futuro, que son realmente trascendentes, y que marcan tu camino de manera muy significativa. A veces ni siquiera son decisiones tuyas, sino del resto del mundo, o producto de la misma casualidad...
A menudo imagino cómo de diferente sería mi vida en cada uno de esos mundos paralelos, llenando los huecos de las cosas que echo en falta ahora. Pero si me paro detenidamente a pensarlo... los que más me perturban son aquellos cambios que no dependían en absoluto de mi. Como si fuese un simple peón dentro de un ajedrez.
A veces pienso en todo aquello que podría ser y no fue. Lo que soñé y no se cumplió, lo que quise pero no con suficiente fuerza, lo que dejé en el camino, lo que no aproveché...
A veces me pregunto si me voy perdiendo en el camino, o por el contrario voy ganando ese "algo" que busco,yo creo que es un poco de ambas. Dicen que para hacer un balance positivo debes pensar en aquellas cosas que ya has conseguido; pues bien, mi lista es tan corta que no me consuela.
Así que a veces, sigo imaginando...
jueves, 27 de diciembre de 2012
martes, 25 de diciembre de 2012
¿Cómo te obligas?
Es el momento.
Ese momento en el que te dices a ti misma que necesitas seguir adelante con tus cosas, que tienes que dejar de pensar en él porque no ganas nada, y que te sirve únicamente para hacerte daño y preguntas estúpidas:
¿Cuál fue el fallo? ¿Le agobié demasiado? ¿Debí haberle tratado diferente? ¿Vi algo que realmente no había? ¿Todos esos momentos me los inventé?
O simplemente para desear que las cosas hubieran sido de otra manera... Haber tenido más tiempo para demostrarle que quizás sí que valía la pena arriesgarse a sentir algo, que valía la pena dejarse llevar... Que YO valía la pena.
Y es ese momento precisamente porque te acuerdas demasiado de él. De esos momentos que fueron para uno más que para el otro. Esos momentos en los que sabes, sin dudarlo ni un segundo, que él también se dejó llevar... Es ese momento, porque te preguntas una y otra vez cómo fue tan estúpido de tirarse piedras a sí mismo y después alejarse corriendo, en vez de elegirte a ti.
Es ese momento, pero...¿Cómo te obligas?
¿Cómo te obligas a olvidar algo que se acabó antes de empezar? ¿Cómo te obligas a acabar algo que nunca empezó? Algo que no debía significar nada.
¿Cómo te olvidas de aquello que has idealizado, deseado e imaginado cada noche antes de dormir? Lo primero al levantarte y lo último al acostarte.
Una brisa en tu mente que cada vez que sopla te regala una media sonrisa, te deja la mirada perdida y la imaginación te recorre el cuerpo entero hasta ponerte la piel de gallina y los pelos de punta.
Algo que ya no existe, pero sigue estando ahí. Aunque sigas teniendo miedo de encontrarte con el y de que se te salga el corazón por la boca al verle.
Es ese momento, sobretodo, porque te sigues engañando... pensando que debió sentir algo más que "nada", que debió sentir "algo".
¿Cómo te obligas a olvidar algo que no sabes si es tu pasado o tu presente?
¿Cómo te obligas, incluso sabiendo que él no siente lo mismo?
Te obligas porque es el momento. El momento de dejarle ir.
Ese momento en el que te dices a ti misma que necesitas seguir adelante con tus cosas, que tienes que dejar de pensar en él porque no ganas nada, y que te sirve únicamente para hacerte daño y preguntas estúpidas:
¿Cuál fue el fallo? ¿Le agobié demasiado? ¿Debí haberle tratado diferente? ¿Vi algo que realmente no había? ¿Todos esos momentos me los inventé?
O simplemente para desear que las cosas hubieran sido de otra manera... Haber tenido más tiempo para demostrarle que quizás sí que valía la pena arriesgarse a sentir algo, que valía la pena dejarse llevar... Que YO valía la pena.
Y es ese momento precisamente porque te acuerdas demasiado de él. De esos momentos que fueron para uno más que para el otro. Esos momentos en los que sabes, sin dudarlo ni un segundo, que él también se dejó llevar... Es ese momento, porque te preguntas una y otra vez cómo fue tan estúpido de tirarse piedras a sí mismo y después alejarse corriendo, en vez de elegirte a ti.
Es ese momento, pero...¿Cómo te obligas?
¿Cómo te obligas a olvidar algo que se acabó antes de empezar? ¿Cómo te obligas a acabar algo que nunca empezó? Algo que no debía significar nada.
¿Cómo te olvidas de aquello que has idealizado, deseado e imaginado cada noche antes de dormir? Lo primero al levantarte y lo último al acostarte.
Una brisa en tu mente que cada vez que sopla te regala una media sonrisa, te deja la mirada perdida y la imaginación te recorre el cuerpo entero hasta ponerte la piel de gallina y los pelos de punta.
Algo que ya no existe, pero sigue estando ahí. Aunque sigas teniendo miedo de encontrarte con el y de que se te salga el corazón por la boca al verle.
Es ese momento, sobretodo, porque te sigues engañando... pensando que debió sentir algo más que "nada", que debió sentir "algo".
¿Cómo te obligas a olvidar algo que no sabes si es tu pasado o tu presente?
¿Cómo te obligas, incluso sabiendo que él no siente lo mismo?
Te obligas porque es el momento. El momento de dejarle ir.
sábado, 1 de diciembre de 2012
El comienzo del libro.
Llega un momento tarde o temprano en el que te das cuenta de que la vida es como un libro sin terminar. Un cuento donde no hay final feliz: no hay ni príncipes ni brujas y nadie acaba comiendo perdices. Poco a poco vas sumando capítulos, unos mejores que otros. En los días malos es el mundo contra ti, y en los buenos, tú contra el mundo... aquí suelen predominar los primeros.
Tratas de convencerte a ti mismo de que eres el héroe y no el monstruo de la historia, y aunque no siempre lo consigues, es así como marcas tus pasos a lo largo del camino. Intentas descubrir quien eres imitando eso en lo que deseas convertirte y evitando aquello que detestas, hasta que lo haces sin esfuerzo.
Y éste es mi libro. Tiene un poco de todo... Mucho de Romeo y poco de Julieta, más de Mr. Hyde que de Dr. Jekyll, menos de orgullo que de prejuicio, y desde luego demasiado de odisea para tan poco Ulises.
Y aunque esto sólo se descubre al final del libro, os adelantaré la mejor parte:
La moraleja del cuento es que no siempre estarás a la altura del héroe, pero será eso lo que te empuje a seguir escribiendo el libro.
Tratas de convencerte a ti mismo de que eres el héroe y no el monstruo de la historia, y aunque no siempre lo consigues, es así como marcas tus pasos a lo largo del camino. Intentas descubrir quien eres imitando eso en lo que deseas convertirte y evitando aquello que detestas, hasta que lo haces sin esfuerzo.
Y éste es mi libro. Tiene un poco de todo... Mucho de Romeo y poco de Julieta, más de Mr. Hyde que de Dr. Jekyll, menos de orgullo que de prejuicio, y desde luego demasiado de odisea para tan poco Ulises.
Y aunque esto sólo se descubre al final del libro, os adelantaré la mejor parte:
La moraleja del cuento es que no siempre estarás a la altura del héroe, pero será eso lo que te empuje a seguir escribiendo el libro.
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